Cayetano Rivera Ordonez - interview Vanity Fair IV

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El internado Beau-Soleil, en los Alpes suizos, es uno de los más selectos de Europa. En el ideario que exhibe su página web se habla de “respeto al medio ambiente, a uno mismo y a las reglas de la comunidad”. Pero la frase que se grabó a fuego Cayetano no está escrita. Se la brindó su profesor favorito, Mr. Dereck: “El casi no basta”.

 Uno de sus mejores amigos allí era, y sigue siendo, Juan Bagration, de la familia heredera de la corona de Georgia. “Cayetano era poco hablador, generoso, con un sentido enorme de la justicia. Jamás le he oído quejarse de nada. Como su familia no iba mucho a verle, otros padres se lo llevaban en sus visitas, los míos, los de Alejandra Fraile... No es que pareciera desvalido, es que inspiraba cariño”. De esos años, entre los 14 y los 17, recuerda alguna noche en blanco estudiando —“lo justo para aprobar, nunca he sido un gran estudiante”, contará en nuestro primer encuentro— y alguna que otra gamberrada, como la vez que se escaparon a Ginebra (que no me contará en nuestro encuentro). “Él se fue con su novia, yo con la mía. Nos pillaron y pasamos tres semanas castigados”, ríe Bagration.


 Tengo la sensación de que Cayetano frivoliza poco con las relaciones, como si siempre buscara a la mujer definitiva. “Sí, no coquetea nada, y cuando se enamora lo hace locamente. Incluso puede ser obsesivo”, me confirma Juan. El 26 de octubre de 2001 y con sólo 24 años el joven es noticia por su boda con la modelo Blanca Romero. “Algunos amigos intentaron disuadirle, pero él no quiso escuchar, — relata Juan—. Cuando se le mete algo en la cabeza va a muerte”. Menos de tres años después la pareja se divorcia, coincidiendo casi con la decisión de torear.

Como si hubiera hecho tabla rasa a su vida. “Lo pasó muy mal, estaba confuso y sufría, porque él es muy transparente, no sabe disimular”. —¿Se le nota siempre lo que siente, verdad? —Lo que no hago nunca es mentir, si acaso me callo, pero si tengo que hablar siempre diré lo que pienso. —¿Puedo preguntarle si se considera un buen padre? —No sé, siempre se puede ser mejor... ¿Estricto? Cuesta ver dónde está la línea entre lo estricto y lo prudente. La verdad es que toreo sobre todo los fines de semana y durante los meses de vacaciones escolares, así que voy a la contra del colegio y eso es lo malo... —Sus amigos lo describen como cabal, reservado, fiel, competitivo, perfeccionista. ¿Controlador? —Es verdad que doy muchas vueltas a las cosas antes de actuar, me gusta tener control sobre mí mismo, aunque entiendo que hay veces en que ni todo es controlable ni debería serlo. Creo que hay que hacer lo que se siente y que a veces te arrepientes más de no actuar que de hacerlo y equivocarte.







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